07 noviembre 2012

Jueces y periodistas: muchos más puntos en común de lo que pueda parecer

Por Fernando Grande-Marlaska, presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional.

Por el interés informativo y profesional, se transcribe íntegro el discurso del presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska, durante la entrega del premio “Puñetas de Plata” que fue otorgado por la Asociación de Comunicadores e Informadores Jurídicos (ACIJUR) el pasado 30 de octubre y que recibieron conjuntamente la Sala de lo Penal y la Fiscalía de la Audiencia Nacional, simbolizadas en el presidente de la Sala, Grande-Marlaska, y en su fiscal jefe, Javier Zaragoza.

El Premio otorgado por ACIJUR pone de manifiesto el reconocimiento de la sociedad española a la trascendental labor de ambas instituciones en defensa del Estado y de los ciudadanos frente al terrorismo.

“Excelentísimos Sres… Es un honor para mí recoger este premio en nombre de los magistrados de la Sala de lo Penal. Y quiero hacer partícipe de este reconocimiento también a todos los jueces de España que desde su juzgado intentan a diario servir al ciudadano, realizando su trabajo con la mayor dignidad posible.

Este Premio me hace especial ilusión por muchos motivos, entre los que destacaría dos: el momento en que se otorga y que nos lo concede la prensa que desarrolla su trabajo en el mundo de la Administración de Justicia. Si tenemos en cuenta que en este foro nos juntamos muchos jueces y periodistas, me van a permitir que mis palabras se dirijan a reivindicar nuestras dos profesiones, tan necesarias para la sociedad y que no atraviesan el mejor de sus momentos.

Voy a intentar explicarles porqué creo que debemos defender el trabajo de quienes concebimos la vida ejerciendo estas dos profesiones. Es nuestra vocación, no solo un trabajo, lo que por sí mismo dignifica al hombre, y ya sería mucho, con el elevadísimo nivel de desempleo que desgraciadamente nos rodea.

Los jueces y los periodistas tenemos muchos más puntos en común de lo que pueda parecer. Algunos han definido la noticia como aquello que otros no quieren que se sepa. Ustedes los periodistas buscan la verdad, a veces incómoda para algunos. Nosotros, los jueces también la buscamos. Y por eso a  veces ustedes (los periodistas) y nosotros nos encontramos en el camino, en  la ruta de la verdad. El camino que recorremos está limitado por una valla que no podemos saltar; es la valla de la ley. En momentos puntuales hemos podido sentir la tentación de coger un atajo más transitado, porque el camino de la ley, en ocasiones puede resultar solitario e incomprendido. En muchos momentos caminamos en paralelo. Eso no quiere decir que transitemos a la misma velocidad. Porque ustedes muchas veces nos llevan la delantera y en ocasiones han contribuido a dar luz a nuestra senda judicial

Para los periodistas los hechos son sagrados. Para nosotros también. Su relato de hechos tiene que estar bien argumentado. El nuestro también exige una motivación. Ustedes y nosotros defendemos rabiosamente la independencia. Y solo quien ha osado  ultrajarla sabe que es una empresa perdida.

Ustedes con su trabajo intentan construir una sociedad informada y más libre. Nosotros también intentamos mejorar en la medida de nuestras posibilidades la vida del ciudadano.

PERCIBIR CON LOS CINCO SENTIDOS LO INVESTIGADO, LA NOTICIA

El periodista judicial necesita el contacto con el hecho noticioso. Necesita pisar, oler, tocar la noticia. El juez también en ocasiones tiene que percibir con los cinco sentidos el hecho investigado, si bien el ius puniendi y la persecución de los delitos debe hacerse desde una cierta distancia, con los procedimientos y márgenes de la ley. Ello no obstante frente a los dos modelos posibles de juez, el que resuelve basándose en un informe escrito o el que opta por constatar presencialmente lo que le dicen los escritos… me quedo con este último modelo de juez, que es el que además define nuestra Carta Magna.

La imagen de la Justicia no atraviesa el mejor de sus momentos. Hemos podido cometer errores o quizá no nos hemos sabido explicar, cuando la sociedad más lo requería, además de lo mucho que podemos mejorar los funcionarios que estamos al servicio de la Justicia.

La prensa también está atravesando una crisis, quizá de identidad, ante los nuevos escenarios que asoman. Pero a ustedes y a nosotros solo nos queda seguir trabajando con honestidad, buscando la verdad para contarla. Con ilusión y entrega, a pesar de que a veces parece que ustedes y nosotros resultamos incómodos, no sé muy bien para quién… y en concreto la Audiencia Nacional parece que últimamente resulta incómoda para algunos. Plantear su desaparición supondría echar por tierra una gran labor de años y que ha ido dirigida a constituir el único tribunal europeo que maneja todas las coordenadas en materia de cooperación jurídica internacional, sin perjuicio de la profesionalidad y capacidad del conjunto de órganos judiciales españoles (me remito a título de ejemplo a uno de los Premios de ACIJUR recaídos en el Gabinete de Comunicación del Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares).

MANTENER LA AUDIENCIA NACIONAL

Por esa razón, la desaparición de la Audiencia Nacional supondría también un balón de oxígeno para los grandes delincuentes que actúan en nuestro país,… Es al menos la percepción de este juez cincuentón…y que a sus 50 años recién cumplidos se siente en la mejor etapa de su vida para servir al ciudadano. Y apuesto a que ustedes, periodistas cincuentones también, en algunos casos, observo, por las canas que peinan, se encuentran también en lo mejor de la vida, a pesar de que en algunas redacciones estén dejando perder la sabiduría que da la experiencia.

Sigamos en el camino a pesar de los sinsabores. No podrán con nuestra vocación. Concluyo con un pensamiento del que fuera ministro de Justicia en la República, Fernando de los Ríos, predecesor hace ya setenta años del que hoy nos honra con su presencia (en referencia a Alberto Ruíz-Gallardón), que agradezco mucho, cuando destacaba la importancia de desarrollar la vocación como requisito para servir a la sociedad,  y decía, “si en la vocación se eleva a un grado plenario el espíritu de la individualidad; si en la vocación nos realizamos como individuo, es en cambio en la aplicación de aquella, en la profesión, en el servicio prestado, donde nos realizamos como hombre social”.

Muchas gracias a todos”

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