Almudena Bernabéu: “La respuesta a la crisis pasa por respetar los Derechos Humanos”

Empezó muy pequeña a rebelarse contra las injusticias, simplemente porque observaba, las veía y no podía estarse quieta. Por eso se hizo abogada, para cambiar las cosas y defender a los que no cuentan. Hoy, Almudena Bernabéu (Valencia, 1972) es la única mujer española que trabaja en casos de Justicia Universal a través del Center for Justice & Accountability (Centro por la Justicia y la Responsabilidad), una pequeña ONG ubicada en San Francisco (EEUU), desde la que ha conseguido que la Audiencia Nacional procese a la cúpula militar salvadoreña por el asesinato de los jesuitas españoles en 1989, lucha para lograr la extradición de Ríos Montt a España por el exterminio de más de 200.000 indígenas en Guatemala en los años 80 o intenta que la violación masiva de mujeres indígenas en este país centroamericano sea considerado genocidio.

Vive entre Estados Unidos y España y viaja frecuentemente a Colombia, Guatemala, El Salvador y Madrid, donde tiene casos abiertos. Pero nunca se cansa porque sabe que la defensa de los Derechos Humanos es una prueba de resistencia, “un  maratón, y de obstáculos”.

El año pasado fue candidata a los Premios Derechos Humanos de la Fundación del Consejo General de la Abogacía y este año ha sido galardonada con el premio Yo Dona  a la mejor labor profesional

 Pregunta.- El cumplimiento de los Derechos Humanos se presenta a menudo en términos de lucha. ¿Tan duro es logar que se respeten?

 Respuesta.- Sí, parece algo irónico. Se peleó tanto por crear un catálogo que los enumere e identifique claramente, por crear y establecer mecanismos para protegerlos y defenderlos, y estos últimos, los defensores, son siempre quienes más actúan. Es decir, nuestra relación con los Derechos Humanos es demasiadas veces reactiva, una vez violados, debemos actuar. A pesar del progreso, de los logros, ante cualquier vicisitud política hay casi siempre una tendencia a vulnerar, sacrificar, los derechos más importantes. Si no, échale un vistazo a la situación actual en Siria, Egipto, Túnez, todavía en muchos lugares de África occidental…

 P- ¿Qué tiene usted, cuáles cree que son sus valores para dedicarse a lo que se dedica? ¿Hay que tener una sensibilidad especia para ello? ¿Y también una resistencia especial?

 R.- No sé qué tengo, quizá es mejor que otros intenten definir eso…Hay algo que para mí ha sido clave: la gente, a mí me gusta la gente y me gusta resolver problemas. Quizá esas sean las dos cualidades que de algún modo impregnan todo mi trabajo. Sí creo que hay que tener una sensibilidad especial, pero no porque yo sea especial de ningún modo, sino porque desde que era muy chiquitiya, lo injusto me atrapa. Siempre he prestado atención y he visto la injusticia y si prestas atención y ves la injusticia, para mí es simplemente imposible no actuar. Creo en la acción. Es así como pienso, actuando. Quizá eso sea lo más definitivo.

Desde luego que hay que tener resistencia, eso sí es cierto. Mucha. Siempre he sido deportista, nunca me gustó la velocidad, sino cansarme, concluir un enorme esfuerzo, de horas, fruto de fuerza y resistencia. Como dice un viejo amigo salvadoreño, este trabajo es un maratón, no una carrera de velocidad. ¡Un maratón y de obstáculos!

 P.- ¿Cree que los Derechos Humanos se respetan en los países democráticos? Quiero decir, ¿no cree que el mundo, digamos civilizado, aplica métodos más sutiles para cercenarlos?

 R.- Sin duda, y ante eso me rebelo siempre, ante la apariencia de democracia y de protección de derechos, apariencia de justicia que nos atonta a todos y nos hace menos disidentes, menos luchadores.

 P.- ¿Cree que la crisis económica es en realidad una crisis de Derechos?

 R.- No, creo que la crisis económica justifica, lamentablemente, una grave crisis en los derechos y que, lamentablemente, lo primero en sacrificarse son precisamente los derechos individuales y colectivos de los pueblos. Creo, además que la respuesta a la crisis, una verdadera solución, pasa por respetar de nuevo y más profundamente estos derechos, o seguiremos poniendo parches a una herida infectada.

 P.- En España se juzgan casos de dictaduras de otros países. ¿No cree que también aquí hay causas que deberían ser juzgadas?

 R.- Por supuesto, sin embargo no importa qué va primero. En muchas ocasiones este tipo de esfuerzos necesitan un empujón. En España el despertar, el empujón, vino de un deseo (por cierto un deseo sincero) de ayudar a colectivos humanos de víctimas de países hermanos: Chile, Argentina, Guatemala, El Salvador…Esos esfuerzos dieron el coraje a los españoles a enfrentar su propio pasado. Es la culminación del litigio estratégico y la defensa de los derechos humanos, ayudar a los pueblos a enfrentar sus pasados y los periodos de abuso, a salir de esa encrucijada de impunidad e injusticia.

Lo hecho en España ha ayudado a muchos países en Latinoamérica. Ahora, es lo que se ha hecho en España y allá lo que ayudará a España, y nunca será la misma.

El problema en España, como en Latinoamérica, es aquella gente con amnesia interesada, aquellos a quienes los abusos les representaron prebendas que hoy quieren mantener. Ese es el mal a atajar, y se atajará. Sólo hay que ser pacientes.

 P.- Por qué cree que hay casos que no pueden abordarse hasta que sus protagonistas han muerto o hasta que han pasado muchos años? ¿No cree que esto puede dar la impresión de que la justicia no es sino una reparación simbólica?

 R.- No, efectivamente, la contemporaneidad de la justicia es importante, pero no es más justicia por acontecer antes, ni reviste solo un carácter simbólico. En ocasiones, y esa ha sido mi experiencia, deben transcurrir algunos años para que los pueblos afectados reúnan fuerzas, para que quizá, del miedo y la parálisis que el miedo genera, surja una generación que aunque heredó la historia no heredó el miedo, y eso la lleve a actuar en nombre de sus padres y abuelos.

Debemos recordar que quienes están detrás de los abusos, en su mayoría, son los estados y sus instituciones, es decir, la maquinaria estatal, que tiene el deber implícito de proteger a sus ciudadanos, se convierte en el asesino y el represor. De eso se tarda mucho, mucho, en recuperarse y en poder, de hecho, enfrentarlo. No por ser cuando la gente finalmente pueda denunciarlo, la justicia es menos justicia, no es cierto. Las víctimas no olvidan y como dicen mis representados “se llevaron a mi hijo y ya no volverá, tengo todo el tiempo del mundo. Y no ha pasado mucho tiempo cuando cada día lo primero y lo último en lo que piensas es en tu hijo desaparecido”  ¿Mucho tiempo para quién?

 P.- ¿No hay nada que se pueda hacer ahora mismo en Siria, por ejemplo? ¿O en México?

 R.- En Siria es difícil, estamos viendo como podemos echar una mano, pero en medio de la crisis humanitaria y política es poco lo que una ONG chiquita y una abogada por atrevida que sea pueden hacer. Sin embargo, hace años que llevamos explorando la posibilidad de echar una mano al pueblo sirio y al profundo cambio que es necesario. En eso llevamos trabajando mi compañero en Madrid y yo hace tiempo y esperamos podemos contribuir con acciones concretas muy pronto.

Lo mismo en México, donde hay cierta apertura en materia de casos de derechos humanos a nivel nacional y en el sistema Interamericano. Ahí estamos, a ver como podemos ayudar.

 P.- He leído que su válvula de escape es la bicicleta. ¿En su trabajo cuenta también, como los campeones ciclistas, con buenos gregarios?

 R.- ¡Menos, mas quisiera yo!, pero sí hay un buen grupo de fans que me hace mantener las fuerzas. No tengo quien me abra el camino…pero las fuerzas las tenemos, y la estrategia… bueno, nos vamos adaptando a las necesidades del terreno. Mi trabajo y mi ciclismo es más como el de Bahamontes: en solitario, con largas escapadas, pero sabiendo que el apoyo esta siempre detrás de mí.

 P.- En los últimos cinco años las colegiaciones de abogadas están superando a las de abogados. ¿Cree que cambiaría algo si el mundo judicial  fuera mayoritariamente femenino?

 R.- Si!! Creo que lo he dicho en alguna ocasión en otras entrevistas. En el último año y medio he tenido la oportunidad de trabajar y conocer a mujeres y, casi exclusivamente, llevar adelante iniciativas con ellas en España, en Guatemala, en Colombia, en USA y ha sido excepcional. Hay algo fundamental, más completo, más comprehensivo en su entendimiento, en su estrategia, en los resultados que producen. Llevo años trabajando con hombres excelentes a quienes quiero y respeto, pero las mujeres…las mujeres en materia de justicia internacional y Derechos Humanos son, como decirte, más completas.

 Me gustaría añadir que lo importante de esta entrevista, lo que agradezco de corazón, es que me deis este espacio. Yo no soy más que el instrumento para que habléis del trabajo que hacemos y con ello abrís la puerta y el corazón de cientos de miles de personas que sufren en silencio y a quienes nunca se les hace un huequito. Gracias por incluirles.

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